domingo, 9 de septiembre de 2012

Capitulo 5


El quinto♥ Gracias por los comentarios! Disfruten
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No me movi, me quede ahi, contemplando el frio techo. Un rostro se interpuso en la trayectoria de mi mirada.

-¿Estas bien? -dijo tendiéndome una mano.


CAPITULO 5



  Su voz era reconfortante, hermosa. Acepte su ayuda y él me levanto en menos de un segundo.

-Dos de tres -dije para mi misma. De tres veces que había abierto la puerta, dos había terminado en la alfombra. Él me dedico una sonrisa divertida, había sido testigo de todas y cada una de mis entradas triunfales. Siempre que él me sonreía, hacia que perdiera el equilibrio.

   Se trataba de Pablo. Él era mayor que Rocío, de unos veinte años. Su cabello era oscuro, casi igual al mío, su tez era blanca como la nieve y sus ojos tan negros como los de Rocío. Me recordaba a los príncipes de los cuentos de hadas, sin duda, debían de haberse inspirado en él.

-¿Como ha sido tu primer día en la ciudad? -pregunto con su maravillosa voz.

   Su elegancia era un talento natural. Tenía un modo de hablar y una manera de actuar que recordaba a épocas pasadas. Igual que un caballero, de capa y espada, de esos que no dudaría en matar a un dragón y escalar a lo más alto de una torre para salvar a su amada. El modo en que me trataba, hacia que me sintiese especial, pero estaba segura de que eso le ocurriría a cualquier persona que se cruzara en su camino. Desconozco la razón por la cual no me enamore de él la primera vez que lo vi.

-No pareces muy estable -señalo mirando la forma en la cual me apoyaba sobre la puerta- toma mi brazo.

-No hace falta -conteste algo avergonzada.

-Debo insistir.

   Tomo mi mano y la enroscó en torno a él. Pablo era el mas alto de los Esposito, debía pasarme en al menos una cabeza, que me mantengo a duras penas en una estatura promedio de una chica de 17 años. Su ropa y la dureza de su cuerpo dejaban entrever unos músculos fuertes pero no demasiado voluptuosos.

   Me condujo hacia la salita principal, donde se realizaban las reuniones familiares. Resultaba amplia a pesar de estar divida en dos niveles, la cocina y la sala de estar. En medio de ella, había un cuadro de la familia pintado al oleo. Era extraño, ya nadie tenía algo así en su sala, o eso creía. Sentí moverse algo en la salita.

   Era Mariano, recostado con elegancia sobre un sofá, mientras leía el periódico. Él también era joven, pero bastante mayor que yo. No hay palabra que lo defina mejor que padre. Su rostro era amplio, bello como los demás miembros de la familia. Su cabello castaño y sus ojos oscuros, como todos. Lo que más lo caracterizaba, eran los hoyuelos que se le formaban cada vez que sonreía. Era bello, pero no alcanzaba a superar ni a empatar la belleza natural de Pablo.

   Mariano era abogado y ahora también mi tutor. Me resultaba extraño depender de una persona que ni siquiera llegaba a los treinta. Se había encargado de poner toda mi documentación en regla, el pasaporte, los carnés y las tarjetas de crédito. Las cuales se encontraban guardadas en la mesa de mi habitación.

-Buenas tardes, Lali -dijo saludándome con la mano. De pronto, dos bolas de pelo blanco pasaron a toda velocidad delante de nosotros: eran Mina y Cafre, los dos gatos gemelos de la familia. En realidad no lo eran, pero yo era incapaz de diferenciar uno del otro- ¿Donde esta Rocío? -me pregunto. Pero yo no tenia respuesta y me encogí de hombros- debe haber ido a comprar algo.

-Espero que no sea otra tonelada de ropa para mí -dije.

   Rocío había llenado mi armario casi por completo. Por suerte, se ajustaba bastante a lo que se podría decir mi estilo, aunque no recordase cual era realmente.

   Pablo me condujo hacia el sofá, besándome la mano al sentarme. Lo mire. No era la primera vez que lo hacia, pero no me acostumbraba a ello. El día que lo conocí, se presento de la misma manera, como es natural, me quede embobada, algo que a él le resulto gracioso, exactamente igual que ahora. Su sonrisa era amplia y perfecta. Mariano puso los ojos en blanco.

-Deja de jugar, Pablo -le advirtió- dale un respiro a la pobre chica.

-He sido incapaz de evitarlo -contesto riendo entre dientes y sentándose frente a mí.
Mire a Mariano desconcertada.

-Pablo se ha quedado anclado unos cuantos siglos atrás.

-Continúo haciendo esfuerzos para solventar ese problema -dijo él sonriendo aun mas- En realidad, esto hace tiempo que lo he superado, pero me pareció divertido.

-Rocío quiere que te encuentres completamente a gusto con nosotros -dijo Mariano- tiene plena confianza en que te conviertas en su hermana y confidente.

-¿Yo? Pero ni siquiera sabe como soy, incluso ni yo misma lo sé.

-Ella solo espera que estés ahí. Lleva tiempo viviendo sola con nosotros -prosiguió Mariano.
-¿Cuanto? -quise saber.

-Demasiado -respondió Pablo- he estado pensando que se refugia en los libros para no tener que soportar nuestra tediosa compañía.

-La comprendo perfectamente -dijo Mariano- su forma de vivir es diferente a la nuestra. Ahora si me disculpan, voy a refrescarme un poco. Este calor es inaguantable.

3 comentarios:

  1. Creo ir comprendiendo algo de lo que pasa, aunque todavía falta bastante je! Me gusta, más!!

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  2. esto cada vez se pone mas interesante :)

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  3. Siglos es lo k tienen encima ,jajaja.Pablo sigue siendo un galán.

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