sábado, 29 de septiembre de 2012

Capitulo 23


El ultimo por hoy! Mañana no estoy en todo el dia en mi casa, asi que van a tener que esperar. Salvo que en esta proxima hora haya al menos 5 comentarios. Cualquier duda a @mimundoeslali Disfrutenle y diganme si les va gustando la historia.
ACLARACION: En el libro original, la historia del personaje de Rocio es contada. Yo preferi omitirla ya que no es algo que influya en la historia que quiero contar de los personajes principales. Lo mismo paso con la del personaje de Mariano. Si alguien quiere saberlas, por curiosidad o lo que sea, me dice y yo no tengo problema de contarsela.



En el capitulo anterior...

Me encogí de hombros, al fin y al cabo yo no tenía ninguna prisa, así que me acomodé en mi sitio y aguardé en silencio hasta que, de pronto, en un inesperado arrebato lanzó el libro contra el salpicadero, rebotó y cayó bajo mi asiento.

-¡Lo odio, lo odio, lo odio!- comenzó a gritar.

CAPITULO 23


-¿Qué ocurre?- pregunté alarmada.

Giró la llave de contacto con un rápido movimiento de muñeca y arrancó pisando a fondo el acelerador.

-¡Los finales felices no existen! ¡Los odio! Malditos sean esos absurdos humanos y su estúpida concepción del amor.

Me aferré a mi mochila; conducía de forma temeraria y ni siquiera parecía prestar atención a la carretera.

-Rocio…- intenté decir, pero ella giró, sin ninguna delicadeza, hacia la izquierda y yo perdí el equilibrio chocando contra el cristal de mi ventanilla.

Frenó ruidosamente y saltó a la acera a toda prisa con un fuerte portazo. La vi alejarse veloz hacia la entrada principal.

Aturdida, me incliné para recoger el libro de debajo de mi asiento. Sus tapas estaban muy desgastadas y había varias páginas marcadas. Le di la vuelta y vi el título Romeo y Julieta escrito en la portada. ¿Por qué habría llamado final feliz a eso? Hasta donde yo recordaba, ambos morían al final de la historia.

Oí el reloj de la biblioteca anunciando la hora en punto. Guardé el libro en mi mochila y salí a la calle. No se me pasó por alto que el coche de Peter estaba aparcado, y eso me alegró. Entré en el edificio pensando que encontraría a Rocio allí, pero no la vi por ninguna parte.

Busqué a Peter, aunque estaba segura de dónde podía encontrarlo. Me encaminé hacia el piso más elevado. En efecto, tal y como pensaba, él estaba allí, pero no leía nada. Estaba apoyado contra las estanterías y contemplaba, con los brazos cruzados sobre el pecho, la escalera por la que yo acababa de aparecer. Me miró y alzo la comisura de su boca esbozando una tenue sonrisa.

-Estoy sorprendido, no esperaba que lo afrontaras tan pronto.

-Si estoy aquí es porque no es así- dije.

-¿Y acudes de nuevo a mí? ¿Para que sesgue tu patética vida?- se mofó.

-¿Siempre eres tan agradable?- espeté.

-No- se puso repentinamente serio-, solo contigo.

Le miré confundida, ¿estaba siendo agradable?

-¿A qué has venido?- me preguntó.

-La verdad es que no lo sé- tartamudeé, y él volvió a sonreír-. ¿Y tú?

-He hecho novillos para saber si ya tienes una respuesta.

Negué con la cabeza y él chascó la lengua.

-¿Sólo porque me niego a prometerte un final indoloro?- rió-. Tenía entendido que estabas firmemente convencida a abandonar este mundo.

Me acerqué un poco a él y dejé sobre un taburete cercano mi mochila.

-No serás uno de esos sádicos, ¿verdad?

Rió.

-¿Con quién crees que estás hablando?

Guardé silencio y él se acercó a mí con los ojos entornados.

-No te estarás echando atrás por ese pequeño inconveniente, ¿verdad?

-Ya he pasado por suficiente, ¿no crees?

-Pregúntaselo a la gente que vive tirada en las calles, a los enfermos…, ellos te responderán. Claro que, ¿qué es lo que tú tienes en comparación con su pequeña miseria diaria?- dijo con una sonrisa aún más pronunciada.

-No es lo mismo.

-Por supuesto que no.- Se separó de mí y se sentó con elegancia en el suelo.47

-Creía que ambos sacábamos beneficios de este trato- le reproché con el tono más duro
que fui capaz de poner.

-Y así es.

-Te comportas como si prefirieras dejarlo correr.

-Mi interés sigue siendo el mismo, pero será mucho más divertido si te arrepientes -reconoció con una sonrisa macabra.

-En tal caso no habría trato.

-Y tendría que matarte sin tu consentimiento -Rió entre dientes.

-Hablaste de una condición- recordé de pronto- cuando te ofreciste a ayudarme dijiste que me contratarías llegado el momento. ¿Cuál es?


Continuara...

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