sábado, 29 de septiembre de 2012

Capitulo 22


Segundo del dia! Ahora subo el tercero que es encuentro Laliter y si en ese hay mas de 5 comentarios subo el siguiente. Cualquier duda a @mimundoeslali



En capitulo anterior...

Entonces, me sorprendí al recordar otra posibilidad. Yo no había pedido ese tipo de vida y no la quería, lo tenía totalmente claro. Mi tercera opción se llamaba Peter. Ahora más que nunca, su extraño trato tenía más sentido del que jamás habría esperado.

Por fin, tomé mi decisión.


CAPITULO 22

Me levanté y fui a la ducha. No notaba si el agua estaba fría o caliente, pero esa era una de las pocas cosas que aún me hacían sentir normal. Me recogí el pelo en una coleta, me puse unos vaqueros y una camiseta de manga larga y me calcé unas Converse.

Contra lo que tenía que luchar era contra el color de mi piel, ahora que había descubierto la verdad habían vuelto a colocar todos los espejos en la casa y podía contemplar cómo cada vez se volvía más grisáceo. Los botes vacíos de base de maquillaje se amontonaban cada dos por tres en mi papelera.

El día era soleado y el característico aroma de la tierra húmeda inundaba el ambiente.

El día anterior, Rocio se había quedado atónita cuando le dije que quería continuar acompañándola a la biblioteca; por supuesto, la razón era que quería hablar con Peter.

Nada de lo que me habían contado tenía sentido. Explicaba algunas cosas, desde luego, pero no era algo alentador.

Acababa de conocer lo que ocurre después de la muerte y no parecía ser capaz de asimilarlo, tal vez porque no recordaba cómo me había ocurrido.

Ahora que todo lo que me estaba volviendo loca, mi decisión vacilaba. No quiero decir que me estuviera echando atrás, tenía muy claro que no quería volver a empezar y mucho menos sin saber qué era lo que me había ocurrido; pero saber más cosas sobre mi nueva existencia me quitaba la excusa que me empujaba a querer quitarme la vida.

Además, no quería ni imaginarme la expresión de los Esposito al enterarse de lo que habría hecho. La verdad es que les había cogido cariño, eran lo único que conocía y se habían portado muy bien conmigo, pero tampoco podía continuar con esa existencia solo por eso. Ellos entenderían tarde o temprano.
Cogí mis cosas y bajé a la calle. En ese momento, Rocio me esperaba ya en el coche, leyendo un libro cualquiera mientras se pellizcaba distraídamente el labio inferior con dos dedos.

Me saludó con un movimiento de cabeza desganado en cuanto me senté a su lado. Yo esperé pero no arrancó, parecía que estaba demasiado enfrascada en la lectura.

Me encogí de hombros, al fin y al cabo yo no tenía ninguna prisa, así que me acomodé en mi sitio y aguardé en silencio hasta que, de pronto, en un inesperado arrebato lanzó el libro contra el salpicadero, rebotó y cayó bajo mi asiento.

-¡Lo odio, lo odio, lo odio!- comenzó a gritar.

Continuara...

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