sábado, 29 de septiembre de 2012

Capitulo 24


Bueno ahora si! El ultimo por hoy! Supongo que volvere recien el lunes! Gracias por leer y comenten si les va gustando o no ♥ Siempre a @mimundoeslali



En el capitulo anterior...

-Y tendría que matarte sin tu consentimiento -Rió entre dientes.

-Hablaste de una condición- recordé de pronto- cuando te ofreciste a ayudarme dijiste que me contratarías llegado el momento. ¿Cuál es?

CAPITULO 24

Evaluó unos segundos la resolución de mis palabras.

-Quiero que antes te conviertas en una auténtica cazadora – anunció con voz grave-. No cumpliré con mi parte antes que te hayas transformado y alimentado.

-¡No pienso hacer eso!

-Son mis normas. No voy a intentar persuadirte y tú tampoco me convencerás a mí, así que elige.

Negué con la cabeza.

-Debí de hablarle hecho caso a Rocio - musité dando media vuelta para salir de allí.

-Fuera lo que fuese, estaba en lo cierto. Escucharla suele ser una buena idea.

Bajé los primeros peldaños de las estrechas escaleras y él se puso de pie.

-¿Te vas únicamente porque has escuchado algo que no te agrada?- dijo desde el fondo de la sala-. Si estás aquí es porque buscas exactamente lo que yo puedo ofrecerte.

Me detuve.

-¿El qué? ¿Una muerte segura?

-Respuestas. Yo no soy como los Esposito, no te diré lo que quieres oír. Ninguno de ellos te hablará con la sinceridad con la que yo puedo hacerlo.

-¿Por qué?- le pregunté volviéndome hacia él.

-Porque ellos quieren que ames este mundo- afirmó avanzando despacio hacia mí- y lo cierto es que en nuestro “mundo” no hay nada digno de ser amado.

Guardé silencio. Él me tendió una mano.

-Siéntate conmigo y hablaremos, si no vuelve con Rocio y finge que superas todo este asunto.

Miré un segundo hacia la escalera, y luego hacia él.

-Alguien podría oírnos.

-Lo dudo, hace años que nadie viene por aquí arriba.

Vacilé. Él no se movió ni un centímetro mientras yo meditaba. Era lo que quería, la verdad pura y sincera.

-Tú ya sabías que estaba muerta, ¿por qué?

Puse un pie en el escalón superior. Retiró su mano, pero su rostro se tensó.

-No es difícil de adivinar. Lo que no sabía era que tú lo desconocías.

Acudí a su lado y me senté en el suelo. Él me imitó un instante después. Tenía aspecto cansado.

-¿Qué quieres saber?- preguntó sin rastro de su típica sonrisa burlona.

-Todo- dije.

-Es una palabra muy grande.

-Lo sé.

-Formula una pregunta, por favor.

Estiró levemente la espalda y se desabrochó un poco la camisa. Por un momento, mientras contemplaba ese pequeño trocito de su pecho al descubierto, olvidé qué hacía yo allí. Agaché la cabeza, avergonzada.

-¿Y bien?- me instó.

-¿Qué soy?- pregunté mirando la punta de mis zapatillas.

-Cazadora.

-Eso ya lo sé- reconocí resoplando. Él meditó un instante.

-De los tres, son la especie más numerosa, aunque en el escalon social se encuentran por debajo de los guardianes. Solo seguido por los humanos y los perros.

Entorné los ojos.

-¿Y qué hay de ti?- quise saber.

-¿Qué crees que soy?- Me miró con atención.

-Tu corazón late, eso lo tengo claro.- Me mordí el labio-, así que no eres como yo, ni como los Esposito.

-¿Eso es bueno o malo?

-Si puedes matarme debes de ser un guardián- aventuré.

-¿Qué te hace pensar que un gran predador no podría?

-Que se alimentan de humanos- contesté encogiéndome de hombros. Alzó una ceja de forma divertida.

-¿Y eso significa que no matan?- Acercó su cabeza a mí- Respóndeme a una pregunta: ¿quiénes son los grandes depredadores de la cadena alimenticia animal?

-Los humanos- respondí sin pensar.

-¿Y ellos no cazan por diversión?

-Sí- musité, algo aturdida.

-Entonces, dime, ¿de verdad crees que un gran predador no lo haría?

Seguimos mirándonos fijamente, sin parpadear.

-¿Eres uno de ellos?- susurre con un hilo de voz.

Él volvió a echar la espalda hacia atrás, apoyándose contra la estantería.

-Lo soy. Si quieres correr como hacen todos, este es tu momento- agregó con voz aburrida.

-Sabes que no voy a hacerlo.

-Sí, supongo que lo sé- contestó soltando una risita.

-Rocio dice que a ustedes les gusta hacernos daño.

-¿Eso te ha dicho?- Rió-. Todos tenemos nuestra forma de divertirnos.

Decidí ignorar ese comentario.

-Lo que había esa noche en el aparcamiento, ¿era un guardián?

-Así es.

Se produjo un intenso silencio. Decidí retomar el hilo de la conversación.

-Así que todo lo que me has contado te sitúa a ti en…

-Los grandes predadores se encuentran en la cima, sí.

-E imagino que eso es malo.

-Malo para ustedes, por supuesto- sonrió-. Seré sincero, no se les tiene mucha consideración. Nosotros somos más privilegiados; los guardianes, en cambio, son los que tienen poder, por así decirlo.

-¿Nosotros qué tenemos entonces?

Su sonrisa se congeló durante una fracción de segundo y luego desapareció.

-La ventaja de un corazón que no late- sentenció.

Continuara...

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