En el capitulo anterior...
Sonreí, para demostrar mi contento. Había conseguido sentirme mejor durante unos minutos, e incluso en ese momento a causa de la emoción del trayecto. Miré alrededor.
-¡Vaya! -exclamé.
CAPITULO 33
-¿Una
carrera? -propuso de pronto Mariano.
-Esa es
una gran idea -felicitó Rocio con una
gran sonrisa mientras volvía a montar en su caballo-, ¿qué opinas, Lali?
-Creo que
prefiero dar una vuelta, puede que recorra la zona de ahí abajo.
-Puedo
quedarme contigo si quieres -aseguró.
-No, Ro,
en serio, nos veremos luego en casa.
Evaluó un
momento mi expresión.
-De
acuerdo, pues, allá vamos -dijo Mariano marcando el camino hacia la carrera.
Rocio y
Mariano le siguieron. Yo me quedé rezagada ahí un instante, había visto algo, o más bien
a alguien observándonos con mucha atención entre el follaje, pero estaba demasiado
lejos para poder distinguir de quién se trataba.
-¿Lali?
-Rocio había vuelto a buscarme-. ¿Seguro que estarás bien?
-Sí...
-Desvié un instante la vista hacia ella, pero, cuando volví a mirar, el rostro
ya no estaba. Sacudí la cabeza, seguramente lo había imaginado así que presté
atención de nuevo a Rocio-. Estaré bien, pero creo que tú vas a perder una
carrera.
Ella
irguió mucho la espalda sobre su caballo y añadió con voz solemne:
-¡Ja! Aún
no ha llegado el día en que un Esposito me gane en campo abierto.
-¡Pues
corre! -exclamé.
Pocos
minutos después llegué al lugar que había visto desde el club. Era una zona
desierta, tanto de gente como de edificios o coches. Un pequeño acantilado a
orillas del mar. Era bastante escarpado, en lo que supuse que era su aspecto
más salvaje, pero no debía medir más de unos quince metros de altura y las
vistas
eran espléndidas.
Me senté
en una piedra, la más lisa que encontré casi en el borde, con toda la inmensidad
del océano extendiéndose ante mis ojos. Era tan insignificante en
comparación
con esa maravilla de la naturaleza. Así me sentía, demasiado pequeña respecto a
todo lo que me rodeaba. Todo me superaba, y yo no era capaz de comprender nada.
La fuerte
brisa procedente del horizonte me revolvía el pelo y lo hacía chocar contra mi cara,
el salitre inundó mi cerebro y me embriagó una ligerísima sensación de
bienestar. Esa particular fragancia contrarrestaba el hecho de que no pudiera
sentir el frescor de la brisa en
mi piel. Mi mente trabajaba horas extras intentando encontrar una explicación decente y satisfactoria para averiguar qué
hacía yo en ese lugar.
No todo
estaba perdido, por supuesto, seguía existiendo mi pacto secreto con Peter
Lanzani. Aunque, por alguna razón, no era capaz de darle una respuesta; quizá
la opinión de Rocio me había influenciado más de lo que creía, y no me fiaba de
él, su repentino cambio de parecer era demasiado extraño como para creérmelo.
Nada me garantizaba que fuera
a cumplir con su parte del trato, solo su palabra y, por lo que Rocio decía, no
valía mucho.
Si los
grandes predadores eran sádicos, y él me había afirmado que no podía garantizarme
una muerte indolora, es porque seguramente no lo haría de la forma que yo
deseaba. Quizá solo estuviera buscando una víctima para divertirse acabando con ella. Mi
cuerpo se tensó. Un exquisito aroma mezclado con la brisa del mar puso mis sentidos
en alerta. Sentí su presencia incluso antes de que pudiera relacionar esa fragancia
con su nombre. Miré en su dirección.
El viento alborotaba su cabello, como el mío,
apartándolo de su rostro y dejando su frente despejada. Ahí relucían esos impenetrables
ojos negros que tanto le caracterizaban y que, por alguna razón desconocida, a
mí tanto me gustaban. Su piel relucía bajo la luz del sol, de la misma manera
que una hoja de papel en blanco, haciendo daño a la vista.
Se sentó
a mi lado, con los brazos apoyados sobre las rodillas y las manos entrelazadas.
Miró al horizonte durante un par de segundos y luego a mí.
-¿En qué
estabas pensado? -preguntó sin saludar.
Dudé un
momento, aún no había olvidado lo que había visto con Rocio.
-En la muerte
-le respondí.
No
pareció sorprendido.
-Un tema
demasiado complicado para estas horas.
¿Por qué
no sentía miedo al verle, al tenerle tan cerca de mí? Seguramente porque mi instinto
de supervivencia había sucumbido al poder de su mirada.
-Llevo
tiempo intentando adivinar por qué a mí.
-Eso es
algo que todos nos preguntamos -respondió riendo entre dientes.
-Me
gustaría saber cómo ocurrió.
Él fijó
su atención en el océano.
-Es
comprensible.
-¿Tú
sabes lo que te sucedió a ti? -Asintió lentamente con la cabeza, con el
semblante serio-. ¿Qué pasó?
-Esa es
una pregunta demasiado personal.
-¿No vas
a respondérmela? -pregunté.
-No.
Fue un
“no” rotundo y tajante. Aparté la vista avergonzada.
-Lo
siento.
-No lo
lamentes, pero no vayas por ahí preguntándole a la gente cómo murió, no está bien
visto.
Guardamos
silencio.
-¿Crees
que existe el cielo?
-Existimos
nosotros; así que todo es posible -Se echó un poco hacia atrás con una
risa
amarga-. Pero, si existe, desde luego yo nunca iré allí.
Sonreí con
tristeza. Las últimas luces daban un nuevo brillo a sus ojos. Cogió una
piedrecilla del suelo y la hizo girar distraídamente entre sus dedos. Lo
observé de forma involuntaria.
-Tienes
unas manos preciosas -susurré, e inmediatamente después ladeé la cabeza
avergonzada,
pero él sonrió con tristeza a la lejanía.
-Capaces
de aplastar el cráneo de un hombre sin apenas esfuerzo o de consumir una vida
más rápido que el fuego.
-Se
supone que la belleza tiene su precio.
-¿Este?
-preguntó con voz apagada.
-Supongo
que no compensa -suspiré.
Él me
sonrió.
-Estoy de
acuerdo, hay algo morboso en todo lo que rodea a la muerte.
-¿Crees
que es justa?
-No soy
quién para juzgarla. Yo tengo lo que merezco pero no es así en muchos casos, hay
gente buena que debería vivir mucho más tiempo.
-Y, en cambio,
parece que los malos son los que más viven.
-Discrepo
en eso. Yo era bastante joven cuando me ocurrió. -Hizo una pausa mientras curvaba
la comisura de sus labios en una sonrisa-. ¿Eso descarta tu teoría?
-En
realidad no, porque te ocurrió joven, pero ahora tienes toda la eternidad por
delante, lo que prueba que los malos son huesos duros de roer.
Continuara...
Me encanta, tengo muchas dudas todavía je! Más!
ResponderEliminarMas! Hace la trilogia...
ResponderEliminarmasss :D
ResponderEliminarIntrigante cuando se viene algo laliter?eu porfa hace la trilogia @laliterlove
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